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1 comentari:
Susan Solomon ha señalado que el cambio climático que hemos ya producido es irreversible, y lo es, a escala humana. ¿Y el que aun queremos producir?
Las cosas parece que cambian, por fin, al menos en el mundo anglosajón. Años de mostrar que necesitamos cambiar si queremos continuar con nuestra civilización parece que dan su fruto. El presidente Obama ha decidido lanzar una campaña en serio hacia las energías renovables. McKinsey, la gran consultora económica, muestra que se puede ser más rico dejando de utilizar los fósiles.
No en España, donde no se hace nunca caso a los que proponen cambios (somos la socied;d más conservadora del planeta, la que más rechaza los cambios). Llevamos, unos pocos, muy pocos, proponiendo una verdad evidente, clara como la luz del día: que tenemos más energía que muchos otros, en forma de sol, viento y océano, y que teniendo energía propia, compramos la que utilizamos.
Hoy, ante la crisis económica producida, no por falta de dinero, no (no hay más que ver las inmensas ganancias de los bancos) sino por un error de diseño económico, un error de los modelos económicos, un fallo de las teorías de los economistas; ante esa crisis económica la única solución que se les ocurre a los políticos de todo signo es seguir insistiendo en los mismos errores del pasado.
España disfrutó, en el siglo XVI, del trabajo de los demás que sacaban plata de las minas de América, y rechazó el trabajo duro, apostando por la deuda y los bonos de caja. Colapsó. Hoy, las dos soluciones evidentes de la sociedad española, representada por 17+1 gobiernos son invertir en cemento y asfalto y educar a las personas, no en la disciplina, en la responsabilidad, en el trabajo duro, en el sacrificio, sino en reclamar sus “derechos”.
Cuando tenemos la inmensa oportunidad de convertirnos en un país exportador de energía, la única riqueza real de este mundo, estamos apostando de nuevo por el endeudamiento y la inversión en carreteras o trenes de personas: en inversiones que no generan riqueza, sino que, como mucho, reparten la miseria.
Así como los anglosajones, de nuevo, ven la posibilidad de seguir haciéndose ricos, nosotros insistimos en mantenernos pobres. Eso sí, como dice el presidente Zapatero, con el derecho de compartir la miseria entre casi todos.
España apostó, en los 60 del siglo XX, por el transporte de mercancías por carretera: era la solución fácil. En vez de formar a los jóvenes como mecánicos de precisión, como electrónicos, como especialistas de alta cualificación, se optó por darles un carnet de conducir mientras hacían una “mili” estúpida y obligatoria en la cual, durante 2 años, no se hacía más que perder dos años de vida. Con el carnet, hacerlos camioneros. En vez de crear un tejido industrial, se eligió la solución fácil.
De nuevo, en el cambio de siglo, la solución fácil: en vez de las altas tecnologías, lanzadas y desarrolladas por empresas españolas, inversión en tecnología de hace 2000 años: casas de ladrillo en la costa española, con mano de obra sin cualificar importada de las Américas.
Hoy ya no podemos subirnos al carro anglosajón. Los veremos de nuevo alejarse de nosotros. En los planes de recuperación de nuestra economía no hay capítulos para relanzar la alta tecnología. No los hay porque ni los trabajadores de base lo demandan (son albañiles o camioneros) ni, mucho peor, porque los altos financieros saben nada de la economía real. Se adoran casos como el de Florentino Pérez, un señor que sabe de comprar y vender, pero a quien no le interesa un pimiento que lo que compra o vende sean kilowatios, o metros cuadrados de suelo. Un señor que hace dinero pero que no genera riqueza para la sociedad. ¿O es riqueza comprar y vender jugadores de fútbol a precios que no tienen nada que ver con su rendimiento? Los grandes financieros españoles no son emprendedores, con una o dos excepciones. De lo que se habla en los clubs de financieros no es de crear nueva tecnología, de hacer nuevos productos, sino de vender lo más caro posible, aunque sean ladrillos que mañana dejan de tener valor.
El problema del clima, quizás, sólo quizás, se detendrá al borde del precipicio. Al hacerlo así, de nuevo los del norte se harán más ricos.
Y nosotros, a verlas venir. Somos españoles.
Saludos Manolo.
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